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El sistema panóptico, nuestro amor está vigilado, es juzgado y castigado

Foto del escritor: Lesly CastilloLesly Castillo

Aquí no juzgamos…Una prisión perfecta para la monogamia y la fiscalización del amor. 


un corazon y dedos
Scrapbook digital. Créditos: Zaira Velàzquez
 

Las relaciones “amorosas” son una eterna lista de compromisos con la sociedad (la mayoría de las veces, no hablados, sino asumidos). La imagen de una “pareja feliz”, una “verdadera amistad” y una “familia perfecta”, las tenemos tan claras que no es necesario que exista un manual de instrucciones para tratar de conseguirlas y peor, para juzgarlas y vigilarlas.


Empecemos por el principio, ¿qué es el “sistema panóptico” y con qué se come? 


Cuando hablamos del sistema panóptico tenemos que hablar de Jeremy Bentham y Michel Foucault; siendo este primer personaje quien acuñó la idea de crear una cárcel en la que se pudiera tener un mayor control en las acciones de los reos. Gracias a la infraestructura que permitía aislar a las personas y que no supieran que estaban siendo vigiladas.



un faro vigilando
Bastable 2019


Se comprende de una estructura en donde las celdas se encuentran alrededor de una torre de control, la cual está en la posibilidad de visión general desde un punto central, dándole mayor ventaja a la persona que observa que a quien es observado. 

  

Michael Foucault por su parte, analizó esta estructura panóptica en la sociedad; en donde identifica este control de acciones dentro de las normas de convivencia social como reglas que toda persona aprendió a lo largo de su vida. Aspecto que seguimos cumpliendo por una conciencia de posible vigilancia y que nombramos como “disciplina”.  


Lo vemos reflejado en cámaras de “seguridad” dentro de espacios de trabajo, en donde de manera indirecta se busca obtener “mejores” resultados y controlar las acciones “correctas e incorrectas”; ya que la existencia de este sistema de vigilancia te hace consiente de la posibilidad de que alguien observe y castigue. Algo así como el meme que dice “Qué tranquila está la chamba cuando no te está viendo el patrón”.


¿Qué tiene que ver la cárcel del siglo XVIII con el amor? 



En las relaciones monógamas (y varias relaciones poli amorosas también) esto no es muy distinto, el ejercicio de vigilancia se vuelve obligatorio en cuanto empiezas un noviazgo, lo que hacen o no hacen en lo público y en lo privado, se vuelve panóptico. 


Es ahí cuando la monogamia hace lo suyo, al ser un modelo relacional “abalado y respetado” por la sociedad (y aún más por las instituciones y el estado), nos obliga a cumplir ciertas funciones para el sistema, estemos o no de acuerdo. 


La valorización que como sociedad se le da a la “pareja”, el “matrimonio” y la “familia”, nos lleva no solo a estar del lado del observado sino a ser vigilantes: juzgar y controlar a toda aquella relación que creemos se sale de la norma. 


Obviamente, cuando toda la vida nos repitieron como se ven las personas que “se quieren” vamos a buscar a toda costa que se cumpla, en nuestros vínculos y en los ajenos. 


Cuántas veces cuando pasamos mucho tiempo con una persona de manera cariñosa, inevitablemente la gente está en espera de que se “formalice” la relación y se vuelva un noviazgo; cuando ya es un noviazgo de varios años esperamos una boda y una vez que tenemos boda, después de un par de años viene la pregunta ¿Y para cuándo el bebé?  


La monogamia está tan internalizada en cada unx e nosotrxs que asumimos que todas las personas se relacionan igual y quieren lo mismo. 

¿Cómo serían tus relaciones si no le tuvieras que rendirle cuentas a nadie? 


Nos vendieron la idea de cómo se debe ver todo en las relaciones y expresiones sociales que: si no ves que una persona llora cuando se siente triste, dudas si es tristeza real. Si una persona se graba llorando cuando se siente triste, no está tan triste “sino no le daría tiempo para eso”. Si hay personas que llevan mucho tiempo saliendo y no formalizan “están perdiendo el tiempo”. Todo lo vemos y lo juzgamos desde afuera.  


En una sociedad en donde creemos conocer a una persona por lo que comparte en redes sociales, es común que emitamos opiniones por lo que hacen o no en el mundo virtual.  


Si hay personas que se comentan mucho las publicaciones de alguna red social, seguramente “algo se traen”. Si hay un “me encanta” en alguna de tus fotos seguro quiere algo romántico contigo.  


Y si bien existen excepciones, no nos corresponde a nadie validar, juzgar y controlar quién y de qué manera relacionan o no. Porque esa vigilancia lastima personas.


Vamos por la vida contando información que creemos que la gente quiere saber sobre sus vínculos y ex vínculos, por puro morbo y chisme; proyectando nuestras propias inseguridades.  

Si no tuviéramos que rendirle cuentas a nadie, podríamos alejarnos de personas con las que no nos sentimos en comodidad podríamos disfrutar de interacciones que realmente nos hagan felices y no tendríamos que etiquetar a nuestros vínculos como “amigos”, “mejores amigos”, “ligues”, “casi algo”, etc. ¿A quién le tenemos que rendir cuentas sobre como nombramos y nos relacionamos con la gente? 


Evita hablar de las relaciones ajenas y de lo que crees que pasa o no en su privacidad, no supongas, vive.  


Y tú ¿Qué acciones haces (o dejas de hacer) dentro de tus relaciones por el simple hecho de saber que puedes ser observadx?  


La monogamia no es “mala” y esta columna no es la verdad absoluta, y mucho menos es una búsqueda de conversión al poli amor.


Pero para mí, tener pareja es estar en constante vigilancia y rendición de cuentas para explicarle al mundo lo que hago o no con cada uno de mis vínculos, que cansado…Ahorita no Joven.  

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