El amor es la respuesta al problema de la existencia humana
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“Amor” como un concepto universal, es un término que no es ajeno a ninguna persona, sin embargo, ¿realmente conocemos qué es? ¿cuál es su forma más pura?, ¿cuál es el arte de amar? y cómo este, siendo la dualidad de la libertad y la unidad, ¿es la respuesta a todo?; Erich Fromm, psicoanalista y filósofo, a través de su obra “El Arte de Amar” nos da respuesta a todo ese cuestionamiento humano.
El autor, comienza asegurando que “Cualquier teoría del amor debe comenzar con una teoría del hombre, de la existencia humana”, esto solo es una prueba más a que el amor debe ser la única respuesta o camino para lo que fuimos, somos y seremos.
Época posmoderna y el individualismo
Nuestra realidad es incierta, podemos creer que vivimos en una época que no está sujeta a la sumisión, que no nos priva de nada y que lo que rige es la libertad, pero lo cierto es que, como lo menciona Bauman vivimos en la liquidez, pues, ya nada dura, todo cambia desmesuradamente y eso, aunque es prueba de que somos adaptables, lo cierto es que se vuelve abrumador, de modo que, carcome hasta el más pequeño rincón de nuestra alma.
Debemos considerar que la individualidad y el hedonismo son términos que tampoco son ajenos a los tiempos en los que vivimos, pues, el egocentrismo y el narcisismo son las grandes máscaras, filtros y engaños que se nos han inculcado.
Si la respuesta a todo es el amor, ¿por qué ahora creemos que importa más que yo reciba y no el otro? Erich Fromm, menciona:
Si amo a la otra persona, me siento uno con ella, pero con ella tal cual es, no como yo necesito que sea, como un objeto para mi uso. Es obvio que el respeto sólo es posible si yo he alcanzado la independencia; si puedo caminar sin muletas, sin tener que dominar o explotar a alguien. El respeto solo existe sobre la base de la libertad.
Al leer “El Arte de Amar”, no pude evitar pensar en la historia de Gregorio Samsa, el hombre que despierta siendo un insecto (en “La Metamorfosis” de Franz Kafka) y que, al verse en esa situación deja de ser el proveedor económico de su hogar, y, por ende, pierde por completo el respeto de su familia; esta es la clara situación de un amor ajeno a la libertad, debido a que su familia solo lo quiso mientras él fue un objeto de uso para ellos, la sumisión regía y no el amor.
De igual forma, creer que tenemos que amar a alguien o algo solo por necesidad o porque esperamos llenar algún tipo de vacío, no es amor puro, mas el que no espera nada a cambio, es quien ama de verdad; pues, en primera instancia, debemos saber que, si el universo tiene vacíos, es casi irrefutable que nosotros como seres humanos podamos librarnos de eso, por ello, sería muy egoísta pensar que alguien que también tiene carencias y vacíos, pueda satisfacer los nuestros…es una aberración completa.
Separatidad y unidad
Es evidente que, como lo decía Aristóteles, somos seres sociales; pero este término se ha distorsionado e incluso ha transgredido a otro: la soledad, pues a lo largo del tiempo se ha arraigado la idea de que estar solo es solo un signo de tristeza, oscuridad y depresión, pero lo cierto es que no tiene que ser necesariamente de ese modo.
“La necesidad más profunda del hombre es, entonces, la necesidad de superar su separatidad, de abandonar la prisión de su soledad.”
Entender que este término, al igual que todo, es dualidad, cuesta, pero no hay nada más puro y humano que ello; saber que somos unidad, somos uno con el otro, pero que al mismo tiempo somos entes separados. Reconocer, que cuando navego en mí y trato de encontrarme, también trato de conocer al otro.
Para ello, Erich Fromm, no pudo describir al verdadero amor de una mejor forma:
“En el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno y, no obstante, siguen siendo dos”.
El hombre cómo máquina
Continuando con la premisa de Erich, pensar que somos unidad, pero al mismo tiempo somos un ente separado puede resultar un acertijo sin poder descifrar, pues encontrar un equilibrio en ello, resulta difícil, más ahora que el aislamiento guiado por el ego preside.
Fromm, plantea la idea a la que llamo “el hombre como máquina”, pues hoy en día los trabajos de oficina, y las empresas o fábricas, tienen una tarea específica para cada miembro, que si bien, realizándose de manera eficiente, se crea sinergia, lo cierto es que esto viene a ser un gran problema desde su perspectiva, ya que:
Una […] manera de lograr la unión reside en la actividad creadora, sea la del artista, o la del artesano. En cualquier tipo de tarea creadora, la persona que crea se une con el material, que representa el mundo exterior a él. […] En todos los tipos de trabajo creador el individuo y su objeto se tornan uno, el hombre se une al mundo en el proceso de creación.
En contraste, encontramos que actualmente, la mayoría de los trabajos son formados por una extensa cadena que sistematiza todo, es por ello que no surge una unificación, y podemos aseverar que el capitalismo responde a la disgregación y, por tanto, a la falta de amor.
Refutar nuestra idea sobre qué es el amor debería ser un requisito de vida, pues tendemos a alinearnos a lo primero que nos dicen; realmente el amor está en el aire y en todas partes, solo basta con prestar atención y aprender del “Arte de Amar”.
Eventualmente debemos entender que cuando me amo a mí, amo al otro; este debe ser sin ataduras, y más bien con respeto, es decir, amar y ver a las personas tal cuales son, como dice Fromm:
“El amor es hijo de la libertad”
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