Se debe reconocer el sistema en el que estamos envueltas para poder luchar contra él
Amo la fotografía más que a mí misma desde que tengo uso de razón. Sinceramente no recuerdo cuándo fue la primera vez que tuve una cámara entre mis manos, pero desde ese momento, nunca, nunca la volví a soltar. Lo que quiero decir es que cuando amas tanto algo, luchas por eso, quemas castillos, inicias revoluciones para defenderlo.
Esa introducción solo era para ponerme un poco cursi antes de hablar del tema por el cual estamos aquí; el arte que las mujeres hacemos, lo complicado que es encajarlo en este mundo y el por qué debemos defenderlo desde la teoría y desde la revolución.
Tal como lo vimos en Barbie y como lo hemos vivido desde muy pequeñas, nosotras debemos esforzarnos siempre tres veces más que los hombres para sobresalir en algo.
De hecho, recuerdo que en la universidad tenía compañeras fotógrafas muy talentosas, que se esforzaban buscando su estilo, aplicando la técnica, aprendiendo siempre algo nuevo -me incluyo-, pero por alguna razón, todo este esfuerzo siempre era opacado por el hombre heterosexual blanco del momento que tenía las fotos más básicas que en mi vida había visto. Y aunque el punto de esta columna definitivamente no es quejarnos sobre eso, es importante visibilizar que estas cosas pasan desde nuestro espacio seguro.
A lo que voy con todo esto, es que el arte de crear no solo se trata del talento nato con el que llegas a este mundo, hay detalles que siempre deben pulirse. No porque el mundo sea una eterna competencia, porque, a mi punto de vista, definitivamente no lo es, cada ser tiene su lugar.
Sino porque el saber hacer las cosas, conocer las entrañas de nuestro arte, memorizar cada paso estudiado antiguamente por otras personas, tener diferentes puntos de vista de un mismo tema; aplicar las reglas, las herramientas establecidas y conocer las teorías al pie de la letra nos da un panorama más amplio que el que tienen otros artistas y, sobre todo, del que creías tener tú.
Y al tener toda esa teoría junta, tienes la oportunidad de quemarlo todo e iniciar de cero, pero con una base sólida. No soy una gran experta, me faltan muchos libros que leer y cosas nuevas que aprender; pero si algo he entendido en todos estos años buscando mi propio estilo es que debemos ser lo suficientemente valientes para no casarnos con una idea creada hace varios años para una persona con un contexto totalmente distinto al tuyo. Siempre se debe tener en cuenta que debes ser responsable por lo que destruyes.
Tal como lo dijo Errico Malatesta, un anarquista moderno, “Solo se destruye lo que se sustituye”. Crea tus nuevas reglas, crea desde tu espacio, desde tu habitación propia, aprende las reglas y luego rebélate contra ellas.
Rompe lo que conocías y crea tu propio estilo. Ponte más arriba, tienes que saber lo que estás haciendo. Que el día que te cuestionen, sepas que responder.
Ponte tan alto que ningún privilegio ajeno te alcance, habrá quien tenga más dinero u oportunidades que tú, pero jamás tendrá lo que tú tienes y esa será tu arma para luchar contra el mundo, para defender tu arte. Lo que sabes hacer. Lo que te vuelve tan tú.
El mundo no cambiará de la noche a la mañana, nadie le dará el valor a nuestro trabajo, aunque lo merezca, seguirán aplaudiendo el esfuerzo mínimo de los hombres que nos rodean. La única manera será estudiar tan minuciosamente al sistema hasta que lo conozcamos tan bien, tan malditamente bien, como para ir rompiéndolo por dentro.
Las oportunidades no serán las mismas para todos, así que arrebátalas.
Corre más rápido, que no te atrapen. Pelea duro, defiende lo que sabes. Lee, instrúyete. Al final, aquí estaremos todas para ayudarte a llegar a donde mereces estar.
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